viernes, 28 de marzo de 2014

ruina antigua

“Todo se destruye, todo perece, todo pasa. Solo el tiempo permanece” (Diderot)


La ruina encierra lo que queda de un mundo desaparecido, revela la fragilidad de la existencia y nos muestra que nada puede resistir ni permanecer indiferente al paso del tiempo. La ruina nos pone en contacto con el pasado y la historia, testimonio de lo que ya no existe, o al menos de lo que ha perdido su forma íntegra convertido en esencia de lo que fue. Quizás por este motivo la ruina sea tan sugerente y despierte en nosotros la fascinación y la nostalgia de un tiempo anterior, el misterio de lo desconocido.

La historia puede ser descrita como un cúmulo de ruinas en un proceso de destrucción- reconstrucción permanente. Los pueblos se han construido sobre las ruinas de desastres, guerras, destrucciones y abandonos, ruinas heredadas y transformadas, incorporadas a un contexto nuevo para poder pervivir. La actitud del hombre europeo ante la ruina y su representación artística y literaria ha sido muy diferente a lo largo del tiempo, como también lo ha sido el reconocimiento patrimonial de la ruina y su actividad restauradora. En Occidente el interés por la ruina no ha dejado de crecer desde el Renacimiento y su interpretación ha variado a lo largo de la historia: en la Antigüedad se vinculaba al castigo divino, en el Renacimiento aparece como una forma de conciencia histórica en un deseo de revisar la Antigüedad. Más tarde, el significado de la ruina se enriquece y se diversifica hasta hablar de la “poética de la ruina”, un estado sublime que conducirá durante el siglo XX a la concepción de una nueva estética del desastre.

La relación ruina-arquitectura ha sido un tema recurrente de la cultura de Occidente desde las teorías restauradoras del siglo XIX. Ortega y Gasset hablaba de la ruina como un afrodisíaco para los arquitectos y el arquitecto Álvaro Siza describía su importancia en los siguientes términos: “La ruina es la cicatriz de la historia. En cierta medida, enriquece y da una densidad distinta a las cosas, haciendo desaparecer lo que no es esencial, lo que no es verdaderamente sólido, y esa es la belleza de la ruina, porque también hace referencia a lo que ya no existe pero se percibe en la ausencia”.

En nuestra cultura, los objetos, cuando dejan de ser útiles, se admiran porque son viejos y, más tarde, cuando se veneran, pasan a ser arqueología. Yacimientos, ruinas y antigüedades contienen diferentes grados de conciencia en relación con el paso del tiempo. No es lo mismo una ruina que un resto arqueológico, la diferencia estriba en que mientras el destino de la ruina es el desvanecimiento progresivo de la materia y del espacio hasta su desaparición, la arqueología representa la memoria de ese desvanecimiento, del que ya sólo quedan las huellas de lo que un día fue.
           
El curso de Proyectos 4 ha estado dedicado a la RUINA MODERNA y las posibilidades de recuperación de ciertas construcciones actuales inacabadas que se han quedado en el camino sin llegar a ver la luz. Edificaciones abandonadas fruto de la especulación inmobiliaria sobre las que hemos planteado soluciones alternativas a fin de incorporarlas al ritmo de la ciudad. El taller se ha convertido en un lugar de trabajo con una mirada optimista a la dramática situación que ha supuesto el destrozo de los paisajes de nuestras ciudades y sus entornos.

Bajo el título RUINA CLÁSICA se propone un curso de Proyectos 5 basado en la intervención sobre ruinas de la historia en contextos patrimoniales. Un curso dedicado a ensayar propuestas de intervención sobre arquitecturas abandonadas del pasado. El trabajo, en este caso, permite enfrentarnos con la historia y su significado desde una voluntad crítica y conservadora al mismo tiempo.

Vivimos un tiempo en el que la idea de conservación forma parte del progreso, una noción moderna asociada a qué se entiende por conservar y sus limitaciones. Hay épocas en las que el progreso ha estado vinculado a la destrucción de lo heredado como formula de modernidad; otras, como la nuestra, la conservación se ha convertido en un proceso ceremonial de resurrección y expresión nostálgica de un pasado irrecuperable. La idolatría a lo patrimonial se inscribe dentro de una concepción historicista de sobrevaloración de lo antiguo, una actitud que ha acabado por fosilizar arquitecturas y objetos para salvaguardarlos de la desaparición. Sin embargo, nada puede permanecer inalterado, irremediablemente se transforma para poder pervivir en el tiempo. Sólo la transformación asegura la supervivencia.

Toda arquitectura puede ser vista como el resultado de una serie de transformaciones físicas o conceptuales de otras precedentes. Así sucede en la catedral barroca de Siracusa, levantada sobre un antiguo templo griego con el que comparte las trazas arquitectónicas a través de un proceso de superposición y transformación en el tiempo, o en la catedral de Córdoba, inscrita en la antigua mezquita. Intervenciones en las que conviven lo nuevo y lo antiguo transformado y donde es posible reconocer estilos y épocas distintas superpuestas. La arquitectura ha transformado siempre sus propios restos reciclándolos de forma productiva y rentable, adecuándolos a una nueva realidad. Con esta actitud se han construido las ciudades en la historia, unas sobre otras, reutilizando los restos de otras épocas

La noción de ruina ha cambiado a lo largo de la historia en Occidente. No es lo mismo la ruina para un romano, que para un ilustrado, un romántico o un moderno. La cuestión es qué significa hoy para nosotros estas construcciones abandonadas de otro tiempo y qué podemos hacer con ellas. Términos como ruina, patrimonio y restauración tienen un origen común y una tradición cambiante en la forma de entender el pasado y su conservación en la cultura moderna de Europa. No se entiende lo mismo por restaurar en la época romana que durante el Renacimiento o en el periodo neoclásico. El Panteón de Roma fue derribado y reconstruido en tres ocasiones en el mismo lugar y con la misma función, la versión que ha llegado hasta nosotros es la de Adriano. La idea de restauración en el mundo romano está asociada a la actualización y a la innovación, un significado muy parecido tuvo en el siglo XVII en el que se renovaron radicalmente construcciones antiguas con actuaciones muy intervencionistas y de una gran libertad basadas en la sustitución y en la ampliación, con muy pocos escrúpulos hacia lo antiguo, que generalmente era demolido o alterado. Hasta que no se produzca en el siglo XIX una conciencia restauradora de las construcciones de una época anterior, pasado y presente forman una línea continua de acontecimientos sin diferenciación de tiempos.

La noción de patrimonio como hoy la entendemos, en cuanto preservación del pasado, es de origen neoclásico, un periodo de la historia fascinado por los elementos de la Antigüedad y el reencuentro con las civilizaciones anteriores. La actividad restauradora tal y como hoy la conocemos se inicia en el siglo XIX, una vez alcanzada una reforma estética de la cultura. Restauración y conservación serán temáticas genuinas del siglo XIX y supondrán el resurgir de las antigüedades del pasado hasta nuestros días. Una cuestión surge por primera vez en la historia: ¿por qué restaurar y cómo se restaura?, una cuestión que desencadenará el debate sobre el patrimonio y su restauración con posiciones contrapuestas: por un lado, las que propugnan restaurar el edificio hasta devolverle su esplendor original, y por otro, las que se oponen a cualquier tipo de intervención restauradora defendiendo la ruina tal y como nos ha llegado. Una confrontación que, aunque con matices, en la actualidad sigue viva. Detrás de este enfrentamiento subyacen ciertos aspectos que nunca antes se habían planteado en la historia de la arquitectura, como son el sentido de autenticidad de la obra y otros relativos a la moralidad de la cultura y sus contradicciones. Aspectos que hoy continúan siendo objeto de controversia. Los enfrentamientos ponen en evidencia que la ruina había adquirido en el siglo XIX un valor patrimonial para la cultura de la época, más allá de ser un conjunto de restos sin importancia sólo valorados por el gusto de una burguesía. Más tarde, la Carta del Restauro en sus distintas versiones ha ampliado los niveles de conservación y el perímetro de actuación del patrimonio, aplicando los mismos principios de conservación a los sitios singulares que a las construcciones menores que nacieron sin pretensión de perdurar, lo que ha acarreado confusiones y un excesivo proteccionismo del patrimonio desde entonces.

En este curso dedicado a la RUINA CLÁSICA trataremos cuestiones acerca de cómo intervenir en una obra del pasado, cuáles son las libertades del proyecto o qué relaciones deben establecerse entre lo antiguo y lo nuevo. Qué significa renovar, rehabilitar o restaurar, y qué posición debe tomar el proyecto arquitectónico para revitalizar una ruina más allá de un problema de especialista. Somos conscientes que cada patrimonio es diferente y requiere ser tratado conforme a sus peculiaridades. Intervenir en el patrimonio es un problema complejo que no tiene una única solución y depende de cada situación y contexto. No es lo mismo consolidar la ruina, reconstruir lo que queda en pie tras un desastre o reproducir algo desaparecido, conservar lo existente o acabar lo que en su día quedó inconcluso. La decisión de cómo abordar una intervención sobre una ruina depende de muchos factores, entre otros, del grado de destrucción, del estado de conservación de los elementos, de la memoria y de la libertad que nos ofrezca el patrimonio en cuestión. El termino recuperar tiene connotaciones diversas y está relacionado con una idea de transformación. El dilema entre restaurar o actualizar, entre mímesis y ruptura o innovación, es un debate hoy más amplio que el simple juego de alternancias y muestra que es posible conservar e intervenir al mismo tiempo.

Trabajar sobre una ruina es interpretar un legado que nos llega del pasado y trasciende en el tiempo, es reflexionar sobre la conciencia de la continuidad, de las rupturas y del cambio, de lo que supone acercarse a la historia, a los lugares y a las cosas sin caer atrapados por ellas. Vivimos entre la imitación y la ruptura,  aunque no pertenecemos ni a lo uno ni a lo otro. Quizás hoy ser moderno se encuentre en un estado de aproximación y distanciamiento sólo alcanzable a través de la interpretación. Trabajamos en la continuidad del tiempo, de la materia y de la historia, y en la interpretación de nuestro pasado. Sólo la imaginación tiene capacidad para reconstruir la ruina y alcanzar el difícil equilibrio entre la memoria y el presente.

Cuestiones como qué significa conservar hoy día o cómo debemos intervenir en el patrimonio, están de fondo en el ejercicio y constituyen la base de un problema que trasciende las técnicas restauradoras del especialista. Qué es hoy para nosotros el patrimonio y a qué motivos obedecen las decisiones para intervenir, serán objeto de nuestro trabajo durante el curso. El modelo de intervención actual, propiciado por una legislación cada vez más restrictiva que no atiende a razones para resolver con garantías la particularidad de cada caso, es un modelo obsoleto y sin salidas. Es evidente que la normativa no es la mejor manera de acercarnos al patrimonio y sus problemas; nadie nos ha enseñado a disfrutar ni a convivir con lo heredado de una manera libre y abierta. Más allá de una legislación que garantice la salvaguarda del patrimonio, habría que fomentar ciertas aproximaciones desde la intervención arquitectónica que permitan determinar el alcance de los problemas y los grados de libertad para intervenir. La revitalización de un patrimonio debe más a los procesos creativos de la arquitectura que lo que la crítica y los encargados de la regulación administrativa del patrimonio están dispuestos a admitir.


Actuar sobre una ruina supone asumir que no existen reglas ni soluciones a priori y que no es posible trabajar con ideas preconcebidas, cada caso requiere ser tratado de forma particular y única. El margen para intervenir está determinado por las circunstancias y las libertades que rodean cada situación, algo que el trabajo del arquitecto debe descubrir.

lunes, 24 de marzo de 2014

la ruina clásica

Programa

RESIDENCIA DE BECARIOS SENIORS DEL PATRONATO DE LA ALHAMBRA  

El Patronato de la Alhambra, órgano gestor del Conjunto Monumental propone la creación de un Conjunto de Becas que incentiven, desde la creatividad y el conocimiento, la investigación, difusión y promoción de su Patrimonio tanto material como inmaterial.
Las Becas serán ocho y responderán a las siguientes áreas de creación y pensamiento:
                - conocimiento histórico (arqueología/ historia del arte/antropología)
                - expresión audiovisual (música/video/cine/fotografía)
                - expresión corporal (ballet/teatro)
                - expresión sonora (músicas)
                - expresión escrita (literatura/ensayo/filosofía/filología)
                - cultura gastronómica (nutrición/enología/cocina)
                - arquitectura, territorio y paisaje (arquitectura/paisajismo/geografía/geología)
                - artes plásticas (pintura/escultura)
Estas categorías o familias no pretenden establecer ámbitos cerrados ni separados, siendo fácil establecer cruces y encuentros entre ellas e incluso inferir territorios comunes de colaboración. Los becarios podrán interactuar libremente enriqueciendo sus propuestas.
Obtener una de estas beca supondrá la posibilidad de una nueva experiencia concebida como la suma de dos hechos confluyentes,  uno consiste en el traslado temporal a un territorio-paisaje, donde, distanciados  de nuestro medio habitual, se busca incentivar la acción-producción-reflexión  en relación a un nuevo contexto físico-cultural, La Alhambra, y el otro, un nuevo espacio donde vivir-trabajar  que intentara sugerir un entorno alternativo a nuestro medio habitual. Por ello, el Programa de la Residencia deberá abordar el diseño de un conjunto de espacios o módulos de acogida temporal de uso individual para cada becario durante su periodo de estancia anual en la Alhambra.
También implicara un cambio habitual en la relación entre un modo de trabajo y un modo de vida, incluso en la concepción de las acciones que conforman nuestro personal forma de producción. Se busca ofrecer la organización de un lugar que sugiera, desde la flexibilidad operativa, la capacidad de operar transversalmente.
Cada modulo responderá de forma específica a los contenidos de cada beca y a sus necesidades creativas e intelectuales, y deberá posibilitar un modo de vida y trabajo de forma autónoma, sin menoscabo de otros espacios de uso y disfrute colectivo. Reflexionaremos sobre las acciones y posibilidades implícitas en cada entorno creativo y en el espacio soporte singularizándolos en propuestas diferenciadas.  Apostaremos por establecer condiciones de vida sobre modelos de diversidad operativa. Cada modulo dispondrá de una superficie aproximada de 60 o 70m2.
De forma complementaria a esos módulos individuales también se propondrán una serie de espacios de uso conjunto, de estancia y encuentro entre los becarios,  también podrán organizarse algunos servicios comunes y algunos espacios de encuentro. Para estas necesidades se podrán destinar 500m2.
Estos espacios serán de diverso carácter y permitirán el disfrute tanto en lugares exteriores como interiores.  Para completar nuestra propuesta no debemos olvidar estudiar y trabajar todos los espacios exteriores habilitándolos, como continuidad del Programa planteado, para uso y disfrutes de los residentes.

sábado, 15 de marzo de 2014

reconstrucción de un lugar futuro

RECONSTRUCCIÓN DE UN LUGAR FUTURO
ejercicio preliminar
















Plano de Granada Árabe. Luis Seco de Lucena (1910)



“Los lugares son los nombres de las cosas que han pasado”
Zhuangzi

Miramos así cada planta, cada piedra, cada huella y cada habitante, y cada configuración de la luz, e intentamos oír el sonido del lugar. Medimos cada elemento y nombramos cada árbol y cada materia presente.


Aquí, junto a la Alhambra, la sentencia de Louis Sullivan “la forma sigue a la función” se adelgaza y debilita, se aplana en una ecuación “arquitectura” idéntica a “edificio” que cualquier atento observador de la Alhambra intuye insuficiente. Así lo vieron quienes redactaron el “Manifiesto de la Alhambra”, y así lo vio Luis Barragán cuando, ya cansado y retirado, aceptó un último encargo, la casa Gilardi, al encontrar en la parcela un árbol, un jacarandá; y la casa proyectada es el baile, el acercamiento o la ocultación de los distintos ámbitos, interiores o exteriores, con ese palisandro. La forma sigue a la función, pero nace de y en un lugar.

El manifiesto de la Alhambra, derivado del retiro en ella de un grupo de arquitectos durante tres días de octubre del año 1952, con la intención de meditar las bases de “una nueva arquitectura española”, observa cuatro conceptos fundamentales: Forma, Construcción, Decoración y Jardines. Al referirse a este último, a los jardines, algo se descubre sobre la naturaleza de este lugar, cuando, aun manteniéndose en la concepción de identidad entre arquitectura y edificio, escriben: “(…) la casa es jardín y el jardín, casa.”

Nuestro lugar viene desde el (palacio) jardín, el recinto, el bosque para volver a ser recinto, jardín (casa). Como siempre el jardín ya existe, hay que entenderlo y hay que saber cuidarlo. Y ello exige miradas atentas que desde las ideas de tiempo, materia y proceso se viertan sobre la vegetación, sobre la construcción y la forma. Y también exige la distracción, como aquella de la que hablaba Enric Miralles o escribía Paul Auster.

Los acontecimientos y las acciones se funden en los lugares.

Se trata pues de encontrar y fijar los estímulos y los datos necesarios para una posterior intervención, los argumentos para reconstruir un lugar futuro. Y el trabajo preliminar consiste en la elaboración y muestra de ese material, tanto el de búsqueda como el que da forma a un argumento, encontrado o proyectado, sobre el lugar. Para seguir cultivando la huerta de los arquitectos (genna-al-aarif).

miércoles, 5 de febrero de 2014

Visita a la exposición Mil años de Madinat Ilbira

el miércoles 12 de febrero, a las cinco de la tarde, en el parque de las ciencias de Granada
visitaremos, como introducción al curso de proyectos 5 de nuestros talleres, esta exposición.
Madinat Ilbira
http://www.parqueciencias.com/parqueciencias/exposiciones-temporales/madinatilbira.html